Ventisqueros del alma,
soplan en mis abismos rojas voces atávicas
de lejanos abuelos, olvidados patriarcas,
vaporosos espectros que me habitan e indagan.
Ventisqueros del alma,
en mis filos sutiles gimen voces amargas,
soplan hálitos, rezos, maldiciones, aullidos,
y en mis vértigos nievan copos negros y lágrimas.
Ventisqueros del alma,
silban en mis oídos ululares famélicos
que me hielan la sangre y despiertan al alba,
que me arengan, me acusan, me interpelan y arrastran.
Ventisqueros del alma,
ya mi pecho es el hueco de una roca horadada
por suspiros violentos, por soplidos de rabia
que revuelven mi nombre como a seca hojarasca.
Ventisqueros del alma…
¡Sácanos de esta sombra!… Rugen mares de voces,
¡Sálvanos de esta nada!… Si te duermes, ¡morimos!
Si te rindes, ¡caemos! Si enmudeces ¡nos callas!
Ventisqueros del alma…
¡Deja de holgar! ¡Levántate! ¡Deja de orar! ¡Y sálvate!
¡Forja un verso de fuego! ¡Vive un amor de sangre!
¡Mete a Dios en tu cuerpo! ¡Salte de ti! ¡!Y sálvanos!
Ventisqueros del alma…
Soplan en mis abismos rojas voces atávicas:
¡Sácate de tu sueño! ¡Vence al fin tu molicie!
¡Triunfa sobre ti mismo! ¡Sé inmortal cada instante!
4 de la mañana. 29 de marzo de 2021.
