De allí vienes, de las Altas Montañas,
Y no de un valle oscuro donde el eco vibrante
de tu nombre se apaga.
Vienes del alto nido de la roca tallada
por un viento de olas,
por un coro de ráfagas,
por una mano augusta que modeló a las aves,
esculpió cada astro,
y encendió tus pupilas con un fuego del alba.
De allí vienes, de las Altas Montañas,
Vienes de los confines de un cielo devastado
por una guerra antigua de dioses
ciega y cósmica,
y caíste a esta Tierra malherido, descalzo,
con el rubí radiante de la frente partido,
la esperanza en tinieblas, el sentido enturbiado,
la memoria en olvido,
y en tu puño crispado
una rosa arrancada al Jardín de la Vida.
De allí vienes, de las Altas Montañas,
vienes de un puro origen, de una raza de fuertes,
de una estirpe de sabios, vienes del sol,
la nieve, de los cielos perdidos,
eres ángel celeste amasado con barro,
eres el áureo fruto
de un divino alquimista que mezcló
en atanores de bronce
miel y rayos.
De allí vienes, de las Altas Montañas,
eres hijo dilecto del que dio forma al átomo,
y con esa amalgama de luz,
materia y verbo, emplumó a los zorzales,
dio un alma niña al agua
(de un frescor infinito)
un latido al océano (de profundo redoble),
un impulso a la hiedra de ascensión limpia y calma,
y a la estrella el portento
de alumbrar el abismo,
De allí vienes, de las Altas Montañas.
¿Y aún andas aturdido como paria sin Reino?
¿Y aún ignoras que el hijo de un Dios
no tiene muerte?
Con la idéntica arcilla con que creó tu Mente
el que es tu Rey legítimo
amasó en el sidéreo galaxias rutilantes.
Por eso es tu Destino
llegar a ser quien eres,
por eso cuando amas, o rezas, o meditas,
tu entrecejo despide
un haz iridiscente.
De las Altas Montañas… ¡Recuerda!
De allí vienes.
23.11.2020
